04:06 25-11-2025
De la DCT al automático: por qué BMW cambió de rumbo
Durante mucho tiempo, BMW fue considerada una de las defensoras más firmes de las transmisiones de doble embrague: las DCT llegaron al M3, M4, M5, M6 y a varios modelos convencionales. Sin embargo, en los últimos años la marca cambió de rumbo y apostó por los automáticos tradicionales. Las razones son varias y, en realidad, mucho más terrenales de lo que podría pensarse; visto desde la calle, el giro no sorprende.
El factor clave es la comodidad. El responsable de desarrollo de BMW M, Dirk Hacker, explicó en 2023 que los clientes se quejaban de tirones y de un comportamiento torpe en el tráfico. Una DCT brilla en circuito, pero a velocidad de aparcamiento o en atascos puede mostrarse inquieta, algo que con el tiempo termina cansando a los propietarios. En el día a día, esa finura vale más que la precisión quirúrgica entre pianos.
El coste es la siguiente pieza del rompecabezas. Dos embragues encarecen la producción y complican el mantenimiento. Mientras tanto, los automáticos con convertidor de par modernos —con el 8HP de ZF como referencia— se han vuelto tan rápidos y precisos que, en rendimiento, prácticamente igualan a las DCT. BMW sostiene que el automático ya no cede terreno ni en aceleración ni en consumo. La técnica ha acortado distancias hasta hacer innecesarios ciertos compromisos.
Luego está la durabilidad. La historia del PowerShift de Ford demostró cómo una DCT puede convertirse en un quebradero de cabeza, con sobrecalentamientos, vibraciones y fallos electrónicos. Cada vez más fabricantes se alejan de ese riesgo. Hyundai también está pasando a un automático convencional en el nuevo Santa Fe para mejorar la facilidad de conducción. Lecciones así dejan huella en las decisiones de producto.
Al final, los sofisticados sistemas de doble embrague quedan como una opción de nicho —en gran medida para el PDK de Porsche o los superdeportivos de McLaren—. BMW ahora apuesta por la suavidad, la versatilidad y la facilidad en el día a día, y un automático es la herramienta más adecuada para ese objetivo. En el uso cotidiano, ese equilibrio suele importar más que rascar una décima en un tiempo de vuelta.