00:52 09-12-2025
La Comisión Europea presentará el 16 de diciembre propuestas para revisar el veto a motores de combustión y la estrategia de baterías
La Comisión Europea ha fijado fecha para presentar las esperadas propuestas sobre posibles cambios a la llamada prohibición de los motores de combustión interna (ICE) en la UE. Según fuentes del propio organismo, la presentación está prevista para el martes, 16 de diciembre de 2025, en Estrasburgo. No llegará en un único paquete: junto al asunto de los motores de combustión, los responsables pondrán sobre la mesa una estrategia de baterías y medidas para hacer más sostenibles las flotas corporativas. Basta con ese marcador en la agenda para que el sector ajuste el foco.
Con las reglas actuales de la UE, a partir de 2035 los turismos nuevos no deben emitir CO2 en funcionamiento. En la práctica, eso dejaría fuera la venta de modelos nuevos de gasolina y diésel, salvo que aparezcan soluciones que cumplan el requisito de cero emisiones. La Comisión ya ha dado señales de que está dispuesta a reexaminar la norma tras la presión de partes de la industria del automóvil y de varios Estados miembros. El mensaje es claro: los trenes motrices tradicionales apenas tienen margen si no se define con nitidez una vía que encaje en el marco.
El debate público también gana tracción. En Alemania, una encuesta de ARD indicó que una mayoría de los consultados ve con mirada crítica una prohibición de nuevos coches de combustión más allá de 2035. En los círculos políticos circulan ideas para recalibrar el enfoque, entre ellas dar un papel más visible a los combustibles climáticamente neutros y ofrecer apoyos adicionales a los hogares con menores ingresos. Los responsables políticos siguen de cerca estas corrientes, que suelen marcar dónde se abre espacio para el compromiso.
Al mismo tiempo, algunos políticos europeos subrayan que, incluso con una revisión profunda de las reglas, no se resolverán por sí solas todas las dificultades del sector del automóvil. La competencia de China y las barreras comerciales externas siguen siendo fuentes de presión aparte, vientos en contra que la regulación, por sí sola, no puede disipar.