El experto automotriz Dmitry Novikov, en conversación con 32CARS.RU, explicó por qué los modelos recién salidos al mercado tan a menudo dejan a sus propietarios con sensación de decepción. A su juicio, el principal responsable es el afán de las marcas por recortar costes, una política que a muchos coches les arrebata fiabilidad, carácter propio e incluso la sensación de calidad percibida. Cuesta discutirlo cuando se observa cómo han cambiado ciertos modelos icónicos.

Como ejemplo, señaló el Honda Civic de novena generación: tras el exitoso modelo de 2006–2011, su sucesor llegó con un habitáculo más barato y un comportamiento sin brillo. Algo parecido le ocurrió al Volkswagen Jetta VI, donde el ahorro supuso renunciar a la suspensión trasera independiente y a los materiales de tacto suave. El Mitsubishi Eclipse, antaño un coupé deportivo, se transformó en crossover y perdió por el camino su identidad. Decisiones así pueden cuadrar las cuentas, pero también liman la personalidad que fideliza a los compradores.

Novikov añadió que el cambio de público también influye. Las actuales BMW Serie 3 son más suaves y cómodas, pero ya no transmiten esa orientación al conductor de las E46 y E90. Mencionó además la sobrecarga tecnológica como tercer factor: los motores turbo y la electrónica compleja mejoran la eficiencia, aunque a menudo perjudican la durabilidad. Según J.D. Power, los coches con tres años de uso fallan ahora más que hace una década. Quien recuerde la nitidez de las reacciones en aquellos BMW notará al instante cómo han cambiado las prioridades.

Su consejo es no precipitarse con un modelo del primer año: los fabricantes suelen pulir los fallos iniciales tras los primeros comentarios de los clientes. En muchos casos, optar por la generación anterior resulta más sensato: suele ser más duradera, fácil de entender y mejor equilibrada. Lo nuevo no siempre es sinónimo de mejor, sobre todo en un mercado donde el progreso a veces llega a costa del alma del coche.