En la conferencia Fleet Europe Days, celebrada en Luxemburgo, expertos analizaron los principales retos y los próximos pasos de la tecnología de baterías para vehículos eléctricos. El tema central fue la reparabilidad: la mayoría de los fabricantes aún no permiten intervenir estos componentes y se inclinan por el reemplazo completo.

Daniel Pataki, responsable de Gablini —un centro homologado para reparar baterías en Hungría, Eslovaquia y la República Checa— señaló que sustituir los módulos dañados puede reducir el coste para el cliente entre un 60 y un 80 % frente a la compra de un paquete nuevo. Añadió que, cuando se realiza correctamente, la restauración es segura y prolonga la vida útil de la batería.

Los participantes subrayaron además que el mercado de los eléctricos sigue creciendo, mientras que el precio de las baterías baja con lentitud. Nuevas químicas, como el estado sólido y el sodio‑ión, están llamadas a complementar las soluciones actuales en lugar de reemplazarlas de forma inmediata.

Con este telón de fondo, abrir la puerta a la reparación de baterías aparece como una palanca práctica para recortar el coste total de propiedad y acelerar el paso hacia un transporte más limpio. La cautela de la industria es comprensible, aunque ofrecer a los conductores una vía de reparación evita gastos que no aportan valor y mantiene más coches en circulación durante más tiempo; en este punto del mercado, suena a simple sentido común.