Mitsubishi ha confirmado que la próxima versión híbrida de la Triton (L200 en algunos mercados) no adoptará la tecnología e‑Power de Nissan ni recurrirá a soluciones híbridas de Renault. Aunque la Triton sirve de base para la nueva Nissan Navara, la marca ha preferido sacar adelante el proyecto por su cuenta.

El ingeniero Kaoru Sawase explicó que Mitsubishi ve necesario acelerar el desarrollo, pero quiere mantener su propia línea técnica. Dentro de la Alianza, señaló, cada compañía maneja filosofías y objetivos distintos, y unificar tecnologías no siempre abarata costes. Por ello, la Triton híbrida se está diseñando como un programa independiente, sin sistemas externos. Esta vía debería mantener el hardware fiel a las prioridades de Mitsubishi, aunque implique avanzar a un ritmo calculado; en el papel suena menos espectacular, pero evita compromisos que luego pasan factura.

Mitsubishi también ha dibujado un plan para una pick-up completamente eléctrica, aunque primero llegará un híbrido —ya sea convencional o enchufable—. La Triton electrificada está prevista para aterrizar en los concesionarios hacia 2028, y no se anticipan cambios en ese calendario. El plan puede parecer prudente, pero se percibe más como una decisión estratégica que como una vacilación.

Por ahora, la Triton se ofrece en Australia solo con un diésel de 2,4 litros de 150 kW y cambio automático, mientras sus rivales avanzan hacia trenes motrices electrificados. Toyota planea presentar una HiLux a baterías en 2026, la Ford Ranger PHEV ya está a la venta, y BYD y GWM impulsan con fuerza sus pick-ups híbridas. En este escenario, el enfoque independiente de Mitsubishi tendrá que demostrar su rentabilidad cuando por fin llegue la Triton híbrida; el mercado no esperará indefinidamente, aunque si el resultado convence, la paciencia suele encontrar recompensa.