El frío no siempre es el enemigo de un coche eléctrico; el calor es la verdadera amenaza: acorta la vida de la batería y reduce la potencia de carga. La startup Hydrohertz propone una salida clara: Dectravalve, un sistema que controla la temperatura del paquete de baterías con precisión por zonas. Sobre el papel, suena a una solución elegante a un cuello de botella térmico.

La idea es sencilla, y precisamente por eso convence: dividir el paquete en varias zonas térmicas independientes y regular cada una por separado. Así, las temperaturas se mantienen a raya incluso en cargadores de alta potencia. En pruebas con un paquete LFP de 100 kWh, el sistema limitó la temperatura a 44,5 °C con solo 2,6 °C de diferencia entre celdas, frente a 12 °C y picos de hasta 56 °C sin él. El resultado: del 10 al 80 % en 10 minutos, sin sobrecalentamientos ni reducciones forzadas de potencia.

Hydrohertz afirma hasta un 10 % más de autonomía gracias a una estabilidad térmica superior y a un envejecimiento más lento de las celdas. Dectravalve utiliza una única unidad modular de control electrónico que atiende cuatro o más circuitos de refrigeración, evitando que el refrigerante caliente circule entre ellos.

Para los fabricantes de eléctricos, la tecnología ofrece una vía para mejorar las baterías actuales sin esperar a nuevas generaciones; para los conductores, significa una autonomía constante y cargas rápidas incluso con calor. Si estas cifras se trasladan al uso real, es ese progreso silencioso que hace el día a día más cómodo y los viajes largos más fáciles de planificar.