Toyota prepara la mayor revisión de su plan de producto en décadas: sus modelos emblemáticos se renovarán ahora con una cadencia de nueve años. La marca se aleja del conocido ciclo de cinco años y se apoya en una demanda sostenida y en valores residuales más firmes. La lógica es clara: modelos como RAV4, Prado y Land Cruiser mantienen el pulso comercial sin perder fuelle, y las listas de espera se alargan durante meses, señalaron los reporteros de 32CARS.RU.

También cambia la política de precios. Toyota dejará de forzar rebajas al final del ciclo; en su lugar, los precios mayoristas serán flexibles y responderán exclusivamente a la demanda. El ajuste busca aliviar la escasez y apuntalar los valores en el mercado de usados, algo cada vez más relevante a medida que los costos de fabricación suben en todo el mundo. Suena a una jugada pragmática que debería atenuar las oscilaciones de precio a lo largo de la vida de cada modelo.

En el centro de la estrategia está el giro hacia los vehículos definidos por software. Toyota apuesta por actualizaciones inalámbricas periódicas que añadan funciones, refresquen interfaces y amplíen las capacidades de asistencia a la conducción sin cambios estructurales de calado. Así, cada modelo se mantiene vigente durante más tiempo, se reduce la necesidad de plataformas completamente nuevas y la experiencia de propiedad se vuelve más predecible.

Para el comprador, el balance es claro: menor riesgo de quedarse con un coche “desfasado” justo después de comprarlo y una mayor estabilidad de precios durante todo el ciclo de vida. En un mercado de colas largas y costos al alza, esa previsibilidad es difícil de sobrevalorar.