Brasil refuerza la supervisión del mantenimiento de vehículos eléctricos e híbridos: ABNT presentó la PR 1025, el primer estándar de cualificación profesional del país para trabajos en sistemas de alto voltaje. Elaborado junto al IQA y debatido durante dos años con automotrices, centros de investigación y asociaciones del sector, el documento se concentra en los riesgos reales asociados a baterías y electrónica de potencia, donde las tensiones de trabajo superan con creces las de un auto a combustión. En un mercado que madura a paso firme, la medida llega a tiempo.

La norma define tres niveles de certificación. El primero cubre tareas mecánicas básicas; el segundo autoriza intervenciones en sistemas de bajo voltaje y labores de apoyo a especialistas; y el tercero habilita el manejo directo de componentes de alto voltaje: el inversor, el motor eléctrico y la batería de tracción. Para calificar en el servicio a vehículos eléctricos, los técnicos deben completar al menos 160 horas de formación específica o contar con dos años de experiencia relevante, además de un curso adicional de 40 horas. La certificación no es un trámite único: debe mantenerse vigente y ajustarse a las tecnologías concretas de los vehículos atendidos.

El razonamiento cuesta rebatirlo. A medida que crece el parque de eléctricos en Brasil, más unidades salen de garantía y llegan a talleres independientes. Sin preparación adecuada, la probabilidad de errores y accidentes se dispara, desde cortocircuitos hasta descargas eléctricas. La PR 1025 fija lo esencial: equipos de protección, áreas de trabajo aisladas, herramientas dedicadas y procedimientos rigurosos alineados con referentes internacionales. Con una base así, el trabajo de alto voltaje deja de ser una apuesta y se vuelve un proceso controlado, como debería ser cuando la tecnología salta del laboratorio al taller.

El documento está en Consulta Nacional. Una vez aprobado, talleres, centros de formación y concesionarios deberán adaptar programas y procesos, mientras que los propietarios podrán exigir la cualificación verificada de quien intervenga en sus vehículos eléctricos. Ese nuevo nivel de responsabilidad puede redefinir la confianza en el mercado independiente de reparación.