Este tipo de interacción involuntaria puede desembocar en problemas serios, entre ellos fugas de combustible. En el peor de los casos, esa pérdida crea el escenario para situaciones peligrosas, incluso un incendio en el compartimento del motor.

También puede escaparse el refrigerante (anticongelante), y dentro del habitáculo puede aparecer un olor inequívoco a combustible. Ese olor delata una avería y exige atención inmediata de un especialista: no es un síntoma para dejar pasar.

Tomados en conjunto, estos factores representan una amenaza real para la salud del conductor, los pasajeros y quienes estén cerca. En carretera, no es un riesgo asumible; la prudencia dicta actuar sin demora.