Koenigsegg sigue atrayendo la atención con récords y experimentos como Sedair’s Spear, pero la trayectoria de la marca podría cambiar en 2026. Christian von Koenigsegg afirmó que la compañía estudia la idea de fabricar superdeportivos más sencillos y accesibles. No se trata de producción en masa, sino de un modelo con un volumen sensiblemente mayor y un precio más cercano al de un Porsche 911 o un Lotus Emira. La idea suena tan pragmática como ambiciosa: ampliar el alcance sin diluir el carácter. En una casa que firma en torno a 35 coches al año, sería un movimiento de calado, capaz de recalibrar la percepción del emblema si se ejecuta con tino.

Y, justo a tiempo, llega una contratación poco habitual: el ex CEO de Gordon Murray Automotive, Mofid Elkemiri, que asumirá como jefe de producción el 1 de abril de 2026. Su trayectoria conecta dos mundos: la fabricación artesanal de los hiperdeportivos T.50 y T.33, y los procesos más tradicionales pulidos en London EV Company. Es el tipo de bagaje que permite pasar de un taller puramente manual a algo más escalable sin perder filo, y la coincidencia de los tiempos difícilmente parece casual. El encaje resulta natural para una transición que exige precisión.

La empresa subraya que su ADN de hiperdeportivo no se mueve de sitio. Mientras tanto, la fase final de la producción del Jesko y el desarrollo en curso de los CC850 y Gemera avanzan en paralelo a los cimientos de una futura gama. La llegada de Elkemiri se interpreta como una señal clara: Koenigsegg está abriendo la puerta a un nuevo segmento con prudencia, pero con decisión. La prueba estará en ampliar el acceso sin sacrificar esa intensidad inconfundible; por ahora, todo apunta a una expansión medida antes que a una carrera sin freno.