Elon Musk ha vuelto a encender el debate. En redes sociales afirmó que la última versión Tesla Full Self-Driving (Supervised) v14.2.1 supuestamente permite escribir mensajes al volante, en función del contexto del tráfico. Suena a adelanto del mañana, pero en la práctica FSD no es un piloto automático real: sigue siendo un sistema de asistencia a la conducción de Nivel 2, en el que el humano debe supervisar, mantener la vista en la carretera y estar listo para intervenir en cualquier momento.

A juzgar por las reacciones de los propietarios, el cambio podría consistir en suavizar las alertas—esas indicaciones frecuentes que empujan al conductor a permanecer atento, incluida la vigilancia mediante la cámara interior. Para los usuarios, eso se siente más cómodo: menos pitidos y menos insistencia. Pero esa comodidad tiene doble filo. Cuanto más callado es el sistema, más fácil resulta creer que hará el trabajo por su cuenta, y más tentador se vuelve bajar la guardia demasiado pronto. Cuesta no interpretarlo más como un ajuste en el grado de insistencia de la monitorización—más pulido en la forma, pero aún confinado a las realidades del Nivel 2.

Hay un detalle que pesa por encima de todo: incluso si el coche mantiene la trayectoria, escribir mensajes al volante sigue siendo ilegal en muchos países. Ninguna alusión al contexto convierte eso en un hábito seguro.