El legendario Lexus LFA nunca fue solo cuestión de velocidad; su inconfundible aullido del V10 definía buena parte de su carácter. Ahora, tras que Lexus presentó un LFA completamente eléctrico en forma de prototipo, los ingenieros admiten que un superdeportivo silencioso no funciona como estandarte emocional. El responsable del proyecto, Takashi Doi, explicó que ya trabajan en un sonido artificial: la marca quiere que el conductor sienta que hay algo especial incluso sin el conjunto mecánico de altísimo régimen que antes ponía la banda sonora.

La lógica es clara: muchos siguen percibiendo a los eléctricos más rápidos como máquinas algo asépticas. Para contrarrestarlo, las marcas suman ingredientes emocionales: sonido, respuesta, e incluso cambios simulados. Lexus, eso sí, es cauta con esas marchas virtuales: Doi señaló que, si esa función resta aceleración o eficiencia, no llegará a producción. En otras palabras, el rendimiento real pesa más que la nostalgia; una postura sensata, porque el espectáculo no debería robar empuje.

Más interesante aún es el rumbo de esa banda sonora. Lexus no lo ha decidido. Emular un V10 está sobre la mesa, pero el próximo LFA también podría optar por una firma acústica propia: no una copia de gasolina, sino un timbre nuevo y reconocible. Parece el camino más honesto: en lugar de disfrazarse de pasado, componer una música de velocidad fresca que el público recuerde con la misma nitidez con la que recuerda al LFA original.