Los Porsche más raros: ediciones de homologación y competición
Descubre cinco Porsche de edición limitada nacidos para la homologación y la competición: 924 Carrera GTS, 911 GT1 Strassenversion y 968 Turbo S y 356.
La historia de Porsche rebosa series limitadas, pero solo unas pocas van más allá de la fórmula habitual. Son los coches que no se conformaron con un maquillaje especial: recibieron cambios de ingeniería de fondo, nacidos para la homologación o la competición pura y dura.
Un buen ejemplo es el Porsche 924 Carrera GTS de 1981. Con motor delantero y un cuatro cilindros turbo de hasta 270 hp, se fabricó en cantidades ínfimas: apenas 74 unidades, incluida la variante Club Sport más radical. Gracias a su carrocería ligera, un ajuste agresivo y un enfoque claramente orientado a las carreras, sigue siendo una rareza de las que se buscan con lupa.
Igual de llamativo resulta el Porsche 911 GT1 Strassenversion de 1997, la versión matriculable del coche de la FIA GT. Pese a su nombre, solo compartía rasgos generales con el 911 de serie. Con motor en posición central, monocasco de carbono y un biturbo de 536 hp, se convirtió en uno de los Porsche más extremos jamás homologados para la calle. Se hicieron únicamente 25, y basta verlo para entender por qué su aura roza lo irreal.
La era del Grupo B trajo el Porsche 911 SC/RS de 1984. En lugar de apostar por una revolución de motor central, la marca prefirió la evolución: un 911 más ligero y rígido, con paneles de aluminio y un motor de 280 hp. Se ensamblaron alrededor de 20 autos de calle, lo que convierte al SC/RS en uno de los 911 más escasos de la historia de la marca; una decisión de continuidad que, vista hoy, tiene una coherencia admirable.
Aún antes, a comienzos de los años cincuenta, llegó el Porsche 356 America Roadster. Concebido para pilotos estadounidenses, este roadster ultraligero recurría a una carrocería de aluminio y pesaba notablemente menos que un 356 estándar. Su elevado coste limitó la producción a unas 17 unidades, y hoy figura entre los Porsche de producción en serie más raros, a secas.
Completa la lista el Porsche 968 Turbo S de principios de los noventa. Con un 3.0 turbo de 305 hp, nació para homologar una versión de carreras y apuntó casi por completo al uso en circuito. Su precio y su carácter depurado lo condenaron comercialmente, de modo que la producción quedó en solo 14 coches; una de esas decisiones que el mercado castiga, pero el tiempo reivindica.
En conjunto, estos Porsche demuestran que sus máquinas más sugestivas no se crearon para brillar en el concesionario, sino desde la ambición deportiva y la curiosidad técnica. Proyectos así son los que forjan la leyenda, y por eso el imán del escudo resulta todavía más poderoso.