Porsche parece estar preparando uno de los giros estratégicos más inesperados de los últimos años. Según AutoCar, la marca está replanteándose la próxima generación de los 718 Boxster y Cayman, concebida en un inicio como 100% eléctrica, y ahora sopesa la opción de un motor de gasolina. La cuarta generación del 718 salió de producción en noviembre de 2025 y se esperaba poco después el estreno de sus sucesores eléctricos.

La demanda más fría de vehículos eléctricos ha empujado a Porsche a recalibrar; una decisión que, según fuentes, derivó en un ajuste contable puntual de alrededor de 6,65 mil millones de libras. Los ingenieros estudian una vía poco ortodoxa: adaptar a la inversa la arquitectura eléctrica PPE Sport para aceptar un motor de combustión interna en posición central. El objetivo es conservar el mayor número posible de componentes comunes y aprovechar la capacidad de fabricación existente, aunque el desafío técnico es mayúsculo. Aun así, la jugada, por audaz que parezca, encaja con el momento del mercado.

La plataforma PPE se concibió exclusivamente para eléctricos, con la batería como elemento estructural. Si se retira el paquete, la rigidez de la carrocería cae de forma acusada; eso obligaría a diseñar un nuevo suelo estructural, añadir refuerzos, montar un subchasis trasero y colocar un mamparo ignífugo.

Y la cosa se complica. La plataforma carece de túnel central, de espacio para un depósito de combustible, de recorrido para el escape y de líneas de combustible; en la práctica, la parte trasera de la carrocería exigiría un rediseño desde cero. Dentro de Porsche subrayan que una versión de gasolina solo tiene sentido si su rendimiento y su comportamiento están a la altura de la alternativa eléctrica. La elección del motor sigue abierta.

El seis cilindros bóxer atmosférico de 4,0 litros se había considerado fuera de juego ante la norma Euro 7, pero un alivio de los requisitos y nuevas excepciones para deportivos vuelven a hacer plausible esa opción.