Bosch se topa con graves interrupciones en tres centros de producción europeos, justo cuando aparecen señales de que la disputa comercial en torno a Nexperia podría empezar a remitir. La empresa confirma problemas persistentes en sus plantas de Ansbach y Salzgitter, en Alemania, y en el gran polo fabril de Braga, en Portugal.

La escasez de chips ha descuadrado los calendarios de montaje: Bosch recorta turnos y envía a parte de la plantilla a permisos temporales. En Alemania, hasta 400 empleados en Salzgitter y alrededor de 650 en Ansbach han pasado a esquemas de jornada reducida. En Braga, el alcance es mayor: los ajustes temporales del tiempo de trabajo afectan a unos 2.500 de los 3.300 empleados. Este efecto dominó recuerda que incluso los semiconductores más básicos pueden convertirse en puntos únicos de fallo para la electrónica de los vehículos modernos.

El origen del revuelo está en la disputa entre China y Países Bajos después de que las autoridades neerlandesas pusieran a Nexperia bajo control estatal por temor a transferencias de tecnología. China respondió restringiendo las exportaciones de la compañía, una decisión que impactó de inmediato a la industria del automóvil: los chips sencillos de Nexperia se utilizan prácticamente en todos los sistemas electrónicos del coche. Es una muestra clara de cómo la geopolítica baja de los despachos a la línea de montaje.

Bosch asegura que hace todo lo posible por limitar las interrupciones para sus clientes y sigue de cerca las conversaciones políticas. Esta semana, una delegación del Ministerio de Asuntos Económicos de los Países Bajos viaja a Pekín en busca de un compromiso. Un acuerdo viable aliviaría la presión sobre las líneas de producción; hasta entonces, los fabricantes tendrán que capear la situación con una disponibilidad de piezas muy ajustada.