Comprar piezas para un eléctrico por Internet es cómodo, pero el riesgo de equivocarse es mayor que en muchos modelos de combustión. Los coches eléctricos reúnen más componentes con tolerancias estrictas, y los fabricantes a veces cambian referencias dentro del mismo año de modelo. La molestia más habitual es la incompatibilidad: llega una pieza que parece calcada, pero cambia el conector, el punto de fijación o la revisión. La reparación se detiene y la devolución se alarga.

Para reducir ese riesgo, no empieces con una búsqueda por modelo y año; lo primero es identificar el coche con precisión. El VIN es la base más fiable: muchos catálogos permiten consultar con los 17 caracteres completos, y con eso se reduce mucho la posibilidad de pedir la pieza equivocada. El segundo dato clave es la referencia OEM. Si puedes retirar el componente viejo y leer su código, usa ese número para encontrar el recambio en lugar de fiarte de la descripción. Es un gesto mínimo que compensa al quitar la incertidumbre.

El siguiente punto a revisar es el vendedor y su política de devoluciones. Deja claro desde el principio quién asume el envío de vuelta, cuánto tarda la inspección en almacén y cuándo se emite realmente el reembolso. En componentes caros o voluminosos, estas condiciones pueden inclinar la balanza; tratarlas como si fueran parte de la ficha técnica ahorra frustraciones después.

Los componentes de alta tensión merecen atención especial—cables, compresores, elementos del sistema térmico y otros conjuntos donde las versiones, las tolerancias y los requisitos de seguridad son críticos. En estos casos, conviene verificar la compatibilidad en varias fuentes o consultar un servicio especializado. Unas comprobaciones extra aquí pueden evitar esos retrasos costosos que nadie quiere descubrir cuando el coche ya está en el elevador.